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Pedro Ramón López Oliver por Luis Luís González Ruisánchez

 Pedro Ramón López Oliver o más llanamente: Pedro Ramón es una suerte de gran provocador.  Ya Luís González Ruisánchez lo califica con acierto de “visualmente domesticado” y es porque no respeta ninguno de los fundamentos del pensamiento complaciente, ajustado, enjaulado y adaptado de la vida política de su país.  Se resiste al encasillamiento fácil y denota en cada opinión que emite ya sea en pantalla o ahora en pastel, su gran independencia de criterio y un juicio histórico muy particular.  Quizás todo esto que ya quedó palpable en el nombre de su producción televisiva de mayor envergadura: “Mente Abierta”, ahora queda reiterado y hecho físicamente duradero en esta serie de cuadros que presenta.  Más es muy evidente que la ¿? y la provocación de sus colegas no se reflejan el alguna vocación ¿? De las mismas, sino todo lo contrario.  Sus obras comparan una serie de más de 40 cuadros físicos dispuestos en dípticos, trípticos, polípticos hasta algunos que encuentran fuerza en su necesidad bajo el título de “Cuba y Martí: en el ojo del huracán”.  No hay dudas que estos trabajos son de tirios y troyanos, un desglose de la intolerancia y por ello probablemente únicas en la fonoteca y hasta en la comunicación facial cubana de aquí y de allá.

La crítica y comunicadora cubana Lupe Álvarez en alguna ocasión describiendo la poética del borde escribió: “El borde es una categoría que expresa la cualidad de estar en un territorio ambiguo donde se participa de lo que está en una y otro lado de un lícito impreciso”.

Para algunos observadores superficiales esta obra de Pedro Ramón puede parecerle al borde, sin embargo para el pensamiento o el pensador más acucioso es una obra claramente comprometida con la historia y con el análisis reflexivo y sosegado.  No está al borde en el que se disfruta la paz de la ambigüedad sino por el que denota la incomprensión de la fanaticada partidaria de ambas orillas.  Por otra parte, no hay dudas de su filiación es un borde de fuera de la isla, su visión de las tormentas isleñas y de sus grandes ¿? son parcialmente gracias a la que un cubano que desarrolló su suerte y su vida dentro de la isla puede tener.  Lejos de no mojarse, se empapa.

Tenemos como muestra de esta aseveración, un trabajo, en tríptico “For One Brief Shining Moment”. Donde el título de ka obra hasta sus componentes le son ajenos a cualquier cubano de dentro.  “For One Brief Shining Moment” o en traducción libre “Solo por un Momento Breve y Luminoso”, se refiere a unas ¿? del musical Camelot basada en una novela de T.H. White, sobre el Rey Arturo y sus caballeros de la mesa redonda, que eran de las preferidas del presidente Jonh F. Kennedy y que dicen “Dont let it be forgat, that once there was a spot, for one brief shining moment known as Camelot”.  Unas secciones después de la muerte de Jonh F. Kennedy, su viuda comentandole tales preferencias al novelista Theodore White le comento: “There’ll be great president again… but there’ll never be another Camelot… this was Camelot… het’s not forget”.  Desde entonces la leyenda ha hecho de la administración Kennedy ese momento breve y luminoso de la presidencia y la nación estadounidense, comprometidos uno con otro en una visión de futuro compartida.

La selección de trabajos bajo este título tardía es claramente compartida pues bajo la égida de la luminosidad histórica sitúa la Cuba de enero de 1959 que probablemente representa el mismo momento en los cientos de año de historia de ese país, la nación se sintió, permaneció y actuó libremente viuda en su libérica voluntad de lograrse un nuevo país más justo y más libre que en todo su pasado.

La obra en su primera pieza destaca un detalle de la foto de la entrada a la Habana de Fidel Castro montado en un tanque de guerra y acompañado por las emblemisticas figuras de Camilo Cienfuegos y Huber Matos.  Por razones obvias la foto fue olvidada o mutilada por la memoria oficial, desapareciendo a Huber Matos del conjunto revolucionario.  En su trabajo Pedro Ramón ¿? A Huber Matos, incluye a un Martí en mangas de camisa y sin embargo deja fuera a Camilo Cienfuegos, supongo por razones de composición y no por encausar al personaje, por más de muerte contradictoria.

En la segunda pieza basada en una obra de Raúl Martínez se incluyen la paz de Matos y se coloca en primer plano la figura del capitán Porfirio ¿?, fusilado en 1960 en la finca “La Campana” en los ¿? del ¿?.  Por última, la tercera pieza se basa en una foto tomada en el Palacio Presidencial en los primeros días de enero y antes de la llegada de Fidel a la Habana donde aparecen el ¿? Rolando Cubela, dirigente (junto con Faure Chanion) del Directorio ¿? 13 de mayo, el presidente del nuevo gobierno revolucionario, Manuel Urrutia Deó y sus ministros Roberto Agramante y José Miró Cordero.

Esta selección de fotos y trabajos a replicar hacen evidentes ciertos factores históricos, generacionales, geográficos y políticos; para determinar que el artista es de una generación que al menos tenía raciocinio en 1959, que hizo su vida fuera o al menos sirve fuera del país y que no es un subordinado al gobierno cubano sino probablemente un opositor.

La selección, que por si no es escandalosa, ante el espectador enterado es sin duda crítica al presentar a la principal denuncia formal de la revolución ausente a la actualidad, fusilado el algún caso y exiliado en los otros.

Esta revisión de “For one brief shining moment” es muestra clara del arduo trabajo conceptual de estas obras donde se parte por la selección rigurosa del título de la misma recurriendo la más de las veces a títulos de libros, novelas, ensayos, filmes, etc.  También lo es la selección muy cuidadosa y precisa de las fotos que se utilizan como fundamento de los trabajos y con la selección de obras sacadas de la historia del arte pictórico cubano.

Me atrevo a escribir aquí que Pedro Ramón es posiblemente uno de los pintores cubanos más singulares de este principio de siglo.  ¿Quién se va y atreve a pintar una época, pero no cualquier época, sino la más turbulenta, prolífica, contradictoria, fértil, devastadora, libertaria, opresora, sangrienta, bulliciosa, pobre, redentora, arrogante, subversiva, deprimente, triste y cualquier otra característica menos aburrida, dormida, sosegada o victoriosa.  En los 75 años de historia que se cubren desde la entrada a escena de un Batista joven y sedicioso hasta el fin de una larga era que queda reflejado en “El otoño del patriarca” y que la marcará y terminará la inevitable partida del líder mayor?

No quiero decir y no digo que haya ausencia de pintura cubana en los temas que Pedro Ramón trata, no, no digo eso.  Pero lo frecuente en la pintura cubana cercano a lo que Pedro Ramón aquí nos muestra, es siempre pintura comprometida que cuando no se acerca se hace panfleto es pintura acomodativa de una u otra vertiente.  Pedro Ramón nos muestra la historia cubana en su violencia, sus fracasos y contradicciones sin hacer muestras de panfletaria inútiles y las más de las veces oportunistas.

Si buscamos antecedentes a las obras de Pedro Ramón me está muy claro que, salvo por las diferencias pictóricas directas o maestras de la pintura cubana, debemos buscarlos fuera de Cuba.  Me atrevería a decir que en su larga residencia en Madrid durante los años ochenta y noventa recogió sin empacho ni vergüenza la imprenta del madrileño Eduardo Arroyo y de los pintores valencianos Rafael Salbes Juan Antonio Toledo y Manolo Valdés constituidos en el Equipo Crónico, para apropiarlos, reconformarlos, mutilarlos y rehacerlos bajo su propia firma y sus ideas.

Al igual que Arroyo y Crónica en un medio europeo, Pedro Ramón en su medio cubano combina sus propias vocaciones con apropiación y aproximaciones fotográficas las que combina con reconocidas obras de arte de pintores cubanos y de sus propios trabajos martinescos.

Resulta obvio que antes de asir la primera borra de pastel para esta serie, Pedro Ramón se preguntó: ¿Cómo conjugar mis intereses fundamentales de política, historia, comunicación y plástica, con un lenguaje pictórico que recoja dos o tres temas fundamentales que son los hilos conductores de mi pensamiento y ministerios? ¿Cómo hacerlo sin convertir los trabajos plásticos en intensiones mensajistas o panfletarias?

Su respuesta tiene que haber sido el recurrir a la actividad artística como un ejercicio de trabajo intelectual y conceptual, despojado de connotaciones individualistas o burdos sesgos partidario.  Hay una actitud racional y consciente que se despeja del arrebato artístico, de la musa ilusionada y de inspiración repentina para desembocar en un trabajo plástico consciente donde el intelecto, la disciplina y la atención prevalecen sobre la pasión, la improvisación y el automatismo.

Pedro Ramón entiende y realiza la actividad artística como una labor indistinguible del trabajo intelectual de un comunicador social, de un ensayista o un pensador.  El entiende, sabe y es capaz de imaginarse de ante mano cada paso necesario en cada uno de sus trabajos.  El ¿? y la reflexión histórica que lleva primero a la selección de lo que él entiende y espera que sea una visión compartida, como hecho históricamente trascendente.  Mediante la reflexión histórica selecciona ese hecho trascendente del que desea dejar constancia pictórica/documental, para acto seguido pasar a la selección de la fotografía que desea utilizar como base al esfuerzo de comunicación plástica.

Regularmente existe un amplio universo de entre el cual seleccionar la foto que el cree apropiada y este proceso involucra cualidades tanto de composición formal y estética ¿? y de manera fundamental, las imágenes que plasmará y lo que ellas puedan representar.  Está muy claro que no es una selección con ceguera ideológica o neutralidad política que desde luego no es lo que pretende.  En cada selección hay un reflejo de su pensamiento político pero se cuida de realizarlo sin que el trabajo pretenda enviar  más mensaje que un llamado a la reflexión de cada uno de los hechos tratados y sus consecuencias nacionales.

En estos trabajos como en las primeras pinturas históricas o pre-históricas, el artista recurre a la representación de hechos históricos importantes al igual que en la primera época de la pintura se recurría a presentar diversidades, héroes contemporáneos o figuras de actualidades actuales o históricas.  Así que aunque existe una tradición de este tipo de trabajo, la gran diferencia es que originalmente se utilizan “imágenes imaginadas” para venerar, exaltar o emocionar y en estas representaciones se utilizan “imágenes inmortalizadas” fotográficamente para memorizar y reflexionar tanto en el orden político como histórico, por demás son imágenes “realista”.

Se que el artista entiende sus trabajos dentro del postmodernismo y así dentro del “conceptualismo crítico”, si hay que etiquetar o catalogar esta singular serie de trabajos, por mi parte las situaría dentro del “conceptualismo realista” y aquí me acojo a la visión del realismo que expuso en su momento Rafael Salbes del Equipo Crónico cuando postuló: “hasta creernos que el realismo viene sobre todo definido por la intencionalidad con las que abordan los problemas… de la realidad…el realismo tiene que ver más con la intencionalidad que con el puro trasvaso fiel de aquello que reflejas…para nosotros es un problema de “intención, de cómo abordas la realidad…de cómo vives la realidad y la actividad artística”.

¿?, sin pretensión, de poder descifrar exactamente la intencionalidad pictórica del artista, que por ahí ¿? su pensamiento al seleccionar la fuerza muy singular de encajar su expresión o comunicación plástica.  En forma de pintar y comunicarse ya le había transcurrido tanto Eduardo Arroyo como el Equipo Crónico, se trataba entonces de apropiarse de la metodología y adaptarla a la realidad de la historia de la isla en sus 75 años de experiencia y ¿? político-social.

El artista determina presentar un trabajo comunicacional muy diáfano y transparente, al menos superficialmente, que lo hace accesible de manera general ante cualquier observador de la obra.  Hay hechos más simples que otros, siendo en los primeros  solo necesario un conocimiento intencionalmente generalizado de la Cuba contemporánea mientras en otras presentaciones con la historia cubana más reciente para poder manejar plenamente la reflexión individual a la que se invita al espectador.

Pedro Ramón recurre a un lenguaje muy singular en el que no abandona lo convencional.  No se trata de hacer indagaciones o innovaciones de carácter pictórico, no es rebuscar en métodos o formas de expresión únicas o experimentar nuevos procedimientos.  El ¿? se reduce a lenguajes comunicacionales básicos con lo que se presenta al espectador un relato histórico de fácil comprensión que lo lleve a su propio análisis e interpretaciones y convencimientos de los hechos y sus detalles.  Quizás aún para sea impulsado a recurrir a documentación adicional para poderse conformar su propia interpretación de los sucesos.

Para lograr el cometido de singularidad formal y técnica, el artista recurre a tintas planas en varias tonalidades de gris para la representación central de cada una de las obras.  También utiliza un colorido más abierto en sus referencias a otros pintores y aun cuando se incluye sus propias.

Martí.  Toda esta sobriedad resulta en cuadros muy claros, expresivos y rotundos en los que se destaca la intención del artista, su contexto y el hecho histórico.  Es mucho más importante el aspecto narrativo y el concepto que sustenta la obra tanto cronográfica como semánticamente que cualquier aspiración a excelencia en la factura.  Se le hace al artista y por tanto se nos hace a los espectadores mucho más valiosa la idea, el concepto, el néctar que produce la obra que la obra o el cuadro terminado en sí.  Desaparece, si cualquier intención por lograr texturas, que se elimina totalmente, no hay mezclas de pasteles ni coloraciones sobre coloraciones.  Se logra simplificar la forma de expresión para transmitir y reproducir una foto original de periódico o revista a un medio físicamente mayor como son sus cartulinas de 58x72cms.

Son obras en las que el artista raramente crea sus propias imágenes sino que se apropia de fotografías existentes y las reproduce a su elección o antojo a veces, combinándolas con pinturas de otros artistas o circunstancias para producir un trabajo entre el cartel, afiche, dibujo y pintura que considero excepcional y muy efectivo.  Resulta muy concreto y eficaz para el objeto del artista ¿? a la reflexión y la búsqueda exterior  de más criterio y superior documentación.

En la utilización de la aproximación fotográfica y el empleo de los blancos, negros y grises les permite una decodificación llana de la imagen que presenta ya que la casi obligada metáfora pictórica se ausenta para dar paso directo al símbolo y su interpretación sino el recurso metafórico que harían las pinturas muy subjetivas.

En todas las piezas de esta serie hay citas o referencias, si no obligatorias al menos siempre presentes, a otros artistas isleños o en su defecto se realizan auto-citas de obras del artista mismo como en la pieza “Are news that are fit to print” en la que se incluyen cuatro obras del autor miniaturizadas, cuya inclusión constituye más que una cita o referencia para hacerse parte del trabajo pictórico.

Se puede imaginar sin simplemente ornamentales, o que tiene su significado específico relacionado con el hecho trascendental que acompaña, finalmente, que son un recorrido a la plástica cubana del siglo XX y su cita o referencia es simplemente aleatorio o quizás casual.

En las citas se preserva cierta lealtad a los trabajos referentes sin que esto indique que exista una voluntad del artista a la copia o a citar copiando.  Creo que no hay intención en Pedro Ramón en copiar o reproducir con exactitud a las obras referentes.  Por ejemplo en el tríptico ya citado “For one brief shining momente”, hay una pieza completa que es cita o referencia a una obra de Raúl Martínez que el artista altera en forma sustancial incluyendo figuras que no están representadas en la obra de Raúl Martínez y cuya inclusión descompone y reordena la intención original del cuadro al presentar las figuras de Huber Matos y Porfirio Ramírez, muchos excluidos del panteón oficial cubano y cuya presencia en la obra la hubiese hecho totalmente ¿? a la oficialidad cultural y política del país.

Esto entre muchas razones es suficiente para convertir esas apropiaciones que realiza de fotografías, títulos y cuadros realizados por terceros, se comenta en la obra de Pedro Ramón al ser conjugada una aproximación con las otras, de construidas y vueltas a realizar como un objeto o artefacto de nuevo dueño cuya hechura y realización corresponde en su totalidad al artista quien en ese trabajo de selección apropiación y montaje, presenta, verdaderamente, una nueva obra de arte.

Ya antes me referí al efecto que las experiencias personales pueden tener sobre una serie de obras como la que Pedro Ramón presenta.  Estas obras a pesar de que cada una representa un hecho trascendente muy bien definido en la historia de Cuba, me gustan y prefiero valorar la serie en toda su integridad.  No me cabe duda que esa valorización es la más adecuada para este conjunto de piezas que bien pueden prestarse a una instalación en la que el valor del conjunto es la gran obra de arte.  Estos trabajos valorados en su conjunto en ese conjunto que componen cuarenta y tantas piezas organizadas en individuales, dípticas, trípticas y polípticas es un monumental trabajo de arte y de historia.  Es una contribución extraordinaria a la documentación por medios inusuales  al estudio cualítico de una historia de Cuba que a medio mundo fascina.  Este trabajo de Pedro Ramón es importante y valioso en el orden estético, como buena pintura, buenos pasteles, buena composición coral, pero sobre todo excelente conceptualización documental que hacen de esta obra una gran obra del conceptualismo crítico o conceptualismo realista cubano y del Caribe.

Esta forma de hacer arte y de comunicación de Pedro Ramón puede crear las bases para el desarrollo de un  nuevo estilo de arte histórico en la región.  Así nuestras historias repletas de héroes y de grandes acontecimientos históricos también podrían verse reflejada en una expresión de comunicación plástica similar.

Volviendo a las referencias personales entendemos muy claro que el discurso pictórico de Pedro Ramón está anclado en sus experiencias muy personales y sesgado por tales experiencias así como las inclusiones políticas del artista.  No me refiero aquí a hecho primario de su posicionamiento ante la revolución, que todos sabemos es crítico, sino a más, esto es a su posicionamiento particular dentro de esa apreciación palpable o al menos, ocasiones adversas a la misma.

Algunos ejemplos:

1)En el políptico “El discreto encanto de la burguesía”, título apropiado del filme del autor español Luís Buñuel, en su primera pieza llama “??”, el artista utiliza la figura emblemática de Porfirio Ramírez Ruíz.  ¿Qué debate esta selección? Pienso que cierta simpatía por el personaje.  Porfirio Ramírez es de Santa Cara, el mismo pueblo del artista, fue capitán del ejército rebelde en la lucha contra Batista, uno de los dirigentes principales de la Organización Auténtica en su guerrilla en el escuadrón.  Al triunfo de la revolución es electo presidente de la Federación Estudiantil Central que era la federación estudiantil universitaria de la Universidad Central de las Villas, en Santa Clara.  Tiempo después del triunfo se desplazó a la oposición y vuelve a alzarse en la Sierra de Escambray, y con su primo Placio Prieto dirige las guerrillas de la Organización Auténtica.  Ambos fueron fucilados por el gobierno revolucionario el 12 de septiembre de 196 en la finca la Campana en Falcón muy cerca de Santa Clara.  Su selección como representante del hecho trascendental Escambray aunque apropiada, no es necesariamente la más objetiva.  Probablemente mi investigación sería de este hecho determinación que los líderes campesinos Osvaldo Ramírez y Evelio Duque hubiesen sido las figuras más apropiadas para representar ese hecho.  La preferencia del autor parece indicar cierto acercamiento a aquellos sectores que adornarlo la revolución desde la misma revolución, lo mismo hubiese podido acoger al comandante Jesús Correa, al capitán Silesio Walsh o al comandante Plinio Prieto, todos de la provincia de las Villas, miembros del ejercito rebelde que se alzaron contra el gobierno y fueron atrapados y fusilados.

Conociendo al artista hay cierta afueridad regional, contemporánea, de posicionamiento ideológico, etc. que pueden haber determinado esta selección de Porfirio Ramírez en representación de las luchas rebeldes en el Escambray.

2) Es significativo que para casi todos los hechos trascendentales el artista selecciona una imagen humana particular y no trata de representarse el hecho con grupos humanos, documentos públicos, manifestaciones populares, etc.  Aun en hechos donde las masas tuvieron un posicionamiento propulsor destacado como en los acontecimientos de la embajada del Perú y posteriormente el Mariel, simbolizado en el políptico “El descreto encanto de la burguesía” en la pieza Mariel, el artista escoge una figuera, en este caso al novelista Raynaldo??, como representante de esos hechos históricos.

Así mismo muchos otros hechos están representados por figuras.  La imagen de Fidel Castro aparece siete veces en los 22 trabajos representativos.  Esto nos parece indicar la adscripción del artista a la teoría histórica que ve en los hechos de un ser humano específico, dada una serie de condiciones que la hacen posible, el misterio que cambia y determina la historia.

3) seguramente que la visión de hechos trascendentales que montan un cubano de fuera como Pedro Ramón, coincidirá en algunas veces con las de un artista de dentro que realizara un proyecto ¿?, pero seguramente la mayor de las veces los hechos se figuran y se escogerán de distante ¿?.

El desembarco de expedicionarios cubanos en Playa Girón aunque es un hecho trascendental para todos, la manera de interpretarlo y manejarlo será muy diferente.  Mientras Pedro Ramón les dará a los invasores el trato de expedicionarios un cubano de dentro aun en oposición, estaría más propenso a darle el tratamiento de “??” y la foto representativa del hecho probablemente sería la de Fidel Castro lanzándose de un tanque de guerra y no la de José Miró Cardena.

En resumen quiero solo indicar que la selección de hechos y símbolos están ¿? marcados por las experiencias, ¿? y creencias del artista por lo que les ¿? y  su narración no dejan de tener cierto ¿? Autobiográfico en el orden perceptivo.

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